martes, agosto 14, 2007

Arte, política , feminismo(s) (Parte II)


¿se “lee” como mujer o como feminista? ¿qué operaciones se despliegan en una lectura feminista de una producción artística? ¿cómo contribuyen las críticas culturales atravesadas por perspectivas feministas al campo artístico? ¿cuántas obras de arte que hablan de “lo humano” tienen subtextos misóginos o heteronormativos? ¿se puede seguir pensando el arte sin sexo, sin género, sin clase, sin etnia? ¿si el género como tecnología normativa de producción de cuerpos condicionan nuestras formas de mirar, percibir y pensar, por qué seguir negando que condiciona nuestros imaginarios? ¿a quién conviene un arte “femenino”, cuando éste es una construcción patriarcal de lo que debe ser una mujer?


Con estos interrogantes continuamos tratando de problematizar y, a la vez, articular las prácticas artísticas, las prácticas políticas y los feminismos, que habíamos iniciado en la boletina anterior.

A nivel local, las propuestas discursivas y prácticas artísticas en torno a las políticas feministas o queer -que en otras geografías han problematizado el carácter natural del género y de las identidades sexuales como monolíticas y estables-, son casi inexistentes. En principio, por el escaso desarrollo en la academia y a nivel social de los estudios y activismo feministas. Por otro lado, las prácticas artísticas no han sido permeadas ni atravesadas por estos desarrollos teóricos y políticos.

El conjunto de luchas feministas que, en diferentes períodos históricos, se han plasmado en reivindicaciones que conciernen a derechos políticos y civiles, cristalizan, a fines de la década del ’70 del siglo pasado, en demandas de justicia social para las mujeres. Éstas, por primera vez, empiezan a plasmarse en el arte, emergiendo un conjunto de obras que conformarán el denominado “arte feminista”. Un conjunto de obras en las que el cuerpo sexuado, entendido por las artistas como un artefacto cultural cargado de sentidos sociales, está muy presente. De forma creciente y hasta la actualidad, el arte feminista se va a centrar en el cuerpo como metáfora de la agenda político-social pendiente.

Sobre la superficie del cuerpo se recrea una política disciplinaria de actos deseables e indeseables, de identidades esperadas y excluidas; identidades que se configuran en el propio proceso de sus actos pero cuya legalidad instaura una coherencia anterior a dichos actos. Los contornos mismos de “el cuerpo” se establecen a través de marcas que intentan establecer códigos específicos de coherencia cultural. Todos los discursos que marcan los límites del cuerpo, sirven también para instaurar y naturalizar algunos tabúes respecto de los límites, las posturas y los modos de intercambio apropiados que definen lo que constituye los cuerpos.

Las obras que forman parte del “arte feminista” –visuales y escriturales- develarán que el sexo, el género, la sexualidad o la “raza” no son productos naturales, sino construcciones sociales que sustentan –y se nutren- de las ideologías sexuales y raciales hegemónicas. Las artistas que se sienten interpeladas por las luchas feministas denunciarán a través de sus obras las relaciones asimétricas entre los sexos y destacarán que la feminidad y la masculinidad son artefactos culturales que deben analizarse puesto que transmiten estereotipos de sexo, género, sexualidad y raza. Dichos estereotipos contribuyen a perpetuar la opresión de las mujeres y de otros sujetos minorizados por su sexo, raza o práctica sexual.

De este modo, se ponen en tela de juicio los códigos hegemónicos socio-sexuales y los de la institución del Arte, colocándose en primer plano la problemática de la representación. Esto significa interrogarse sobre quién representa a quién, desde qué punto de vista y cómo lo hace, sin perder los diferentes sistemas de representación que siguen produciendo modelos normativos de sexo, género, sexualidad y raza, que contribuyen a la desigualdad.

Como discurso y como práctica, el arte está influido por un determinado contexto socio-económico; la economía en el capitalismo actual incide en la obra artística, desde su producción hasta su consumo. Por eso, la reflexión sobre el fenómeno artístico no puede dejar de lado su vinculación a las políticas del sistema social en el que ha sido engendrado. Para que la práctica del arte no tenga una posición servil respecto a las políticas dominantes es necesario no sólo reaprender políticamente la historia de las vanguardias estéticas, sino también comprender su relación con los movimientos antisistémicos y con las prácticas críticas de radicalización democrática.

Al adoptar el concepto de política de identidad con una concepción del sujeto como posicionalidad, podemos pensar un sujeto no esencializado, que surge de una experiencia histórica, y también retener la posibilidad política de tomar el género como un punto de partida importante. Así, podemos decir que el género no es natural, biológico, universal, ahistórico ni esencial, y, al mismo tiempo, insistir en que el género es significativo porque se toma como una posición desde la que se actúa políticamente.

De este modo, el arte bien puede ser un laboratorio donde alterar la relación tradicional entre estética y política, de articulaciones entre políticas de la forma y de estéticas de pasiones colectivas, cruzando la teatralización del espacio político (políticas performativas) y la experimentación en el dominio de la subjetividad.

Experiencias

Los talleres Drag King
En estos talleres Drag King, se trata de explorar desde la práctica colectiva (feminista, post-feminista y queer) la construcción performativa de la masculinidad, sus beneficios sociales y corporales y sus posibilidades para la acción política. Las participantes aprenden a practicar la performance de la masculinidad y experimentan el acceso diferencial al espacio público y a la palabra. Los objetivos de esta práctica performativa son: poner de manifiesto el carácter construido de la masculinidad, generar una forma de acción y de visibilidad política de las mujeres que difiere de la del esencialismo feminista y que permite la re-citación subversiva de ciertos códigos culturales de la masculinidad. De este modo, se trata de potenciar el júbilo político y sexual para las mujeres, las lesbianas, las transgéneros y transexuales, para intervenir colectivamente en las tecnologías performativas de los códigos culturales del género en la memoria y en la acción corporal.

Grupos artístico-políticos de acción directa
Un ejemplo de intervención artística-política lo encontramos en el eslogan del grupo feminista de acción directa estadounidense, Guerrila Girls, que dice: “5 % de artistas mujeres, 85 % de desnudos femeninos en los muesos de arte moderno”. En América Latina, también encontramos a las Mujeres Creando (Bolivia) y las Mujeres Públicas (Bs As), que desarrollan su activismo en la intersección de lo político y lo artístico.

Corpolíticas en las Américas: Formaciones de Raza, Clase y Género
6º Encuentro del Instituto Hemisférico en Buenos Aires
Este Encuentro se centró en el cuerpo intervenido por fuerzas sociales, las políticas del cuerpo, los cuerpos políticos y la relación entre ellos. El interés estuvo en las formaciones de raza, clase, sexualidad, etnia y género articuladas a través de las políticas del cuerpo en distintas épocas, geografías e imaginarios en las Américas. El cuerpo es un sitio de negociación, disciplina y medio de expresión y significado. Hubo cuatro temas generales que fueron el punto de partida para una gran variedad de performances, instalaciones, exposiciones, mesas redondas, talleres, conferencias y grupos de trabajo: 1) Corpografías: el cuerpo y la construcción de lugares/espacios (¿cómo se han usado las políticas del cuerpo en la producción de cuerpos políticos?), 2) Corpodinamias: cuerpos y movimiento(s) (la atención al cuerpo performático, ¿cómo nos ayuda a comprender los movimientos políticos, la escenificación del poder, las políticas del cuerpo de la migración?), 3) Corpusterrorificus: cuerpos y terror (¿cómo podemos entender la producción del terror y las formas en que éste produce cuerpos aterradores/aterrados, temerosos/intrépidos?), y 4) Corpoéticas: poética y política (¿cuál es la relación entre la performance estética y la ética; qué prácticas, teorías o modelos nos permiten explorar la política y la poética del cuerpo?). Participaron artistas, performeros/as, académicas/os y activistas.

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