jueves, abril 19, 2007

La sedición de las trolas


La fiesta es un pretexto magnífico para extraer la potencia y la gloria, decía Katherine Mansfield. Para nosotras, lesbianas, mujeres, trabajadoras, blancas, del tercer mundo, jóvenes, el 28 de junio es una fiesta que pone en la escena pública nuestros placeres insolentes y nuestra risa burlona frente a la disciplina sexual. Una fiesta que produce la interrupción de la cotidianeidad cristalizada, en la que se desmonta el discurso médico o policial que nos arroja a toda/o disidente sexual a los campos de encierro y tortura de la patología, el silencio o la inexistencia.La ignorancia es tan potente y múltiple como el saber. La máquina social produce la ignorancia sobre nuestras vidas. Por un lado, define clínicamente la homosexualidad para sostener la existencia de la misma heterosexualidad; y por el otro, busca encerrarla en el secreto y el desconocimiento para que no de testimonio de la precariedad de esa construcción normativa.Somos trolas porque nos reapropiamos de la nominación abyecta de la sexualidad femenina, para hacer de ella el lugar de una reivindicación política y estética. Como estrategia de contra-poder, invertimos la injuria para descargarla de su energía brutal. Nuestra rebeldía consiste en no acatar las sagradas leyes de la utilidad del capital, al no invertir el tiempo ni nuestros cuerpos en el sostenimiento del orden socio-sexual. Construyendo una sensibilidad ética y estética, pretendemos desalambrar la sexualidad como territorio legislado por la Iglesia y el Estado, corporizando el lema feminista “mi cuerpo es mío”, en la calle, en la casa y en la cama. Por eso, nos envían a los confesionarios de la civilización, como la tolerancia o la ciudadanía liberal, haciéndonos consumidoras respetables -y despolitizadas-. La tolerancia es fascismo, reza un graffiti. Se tolera lo diferente pero sigue siendo extraño.El 28 J es un día de sedición contra la vergüenza y el estigma social; una exhibición de nuestra alegría guerrera.